martes, 6 de noviembre de 2012

Nicolás Urcelay Alonzo conocido como "El Caruso del Mayab".




Nicolás Urcelay Alonzo, (Yucatán, 20 de diciembre de 1919 - Tampico, 1 de julio de 1959), fue uno de los cantantes operísticos de México. También conocido como "El Caruso del Mayab". Nicolás Urcelay Alonzo figura entre los más grandes tenores mexicanos del siglo XX. Pese a su prematura desaparición física, antes de cumplir los cuarenta años de edad, dejó un legado musical imperecedero en el terreno de la lírica popular latinoamericana. Su voz, bien timbrada, potente, aterciopelada, de sonido broncíneo en el registro medio, y ligero color oscuro, hace evocar al célebre tenor napolitano; por ello merece ser considerado “El Caruso del Mayab”. Nicolás Urcelay Alonzo nació el 20 de diciembre de 1919, en la ciudad de Mérida, Yucatán. Provenía de una familia acaudalada y de mucho abolengo dentro de la península. Sus padres fueron Nicolás Urcelay Ruiz y Sara Alonzo Góngora, y eran propietarios de grandes fincas henequeras, que heredó su madre. Fue en su ciudad natal donde cursó sus primeros estudios musicales, a la edad de 5 años. Pronto aprendió a leer música y a tocar el piano, aunque, curiosamente, no tuvo inquietudes por estudiar canto. De hecho, sus estudios profesionales no estuvieron relacionados con la música sino más bien con la contabilidad, profesión que se vio obligado a ejercer años más tardes cuando emigró a la Capital en compañía de su madre. Durante la adolescencia perdió a su padre y dado que en el periodo cardenista (1934-1940) se dio impulso al reparto agrario, la finca de los Alonzo y Góngora fue una de las afectadas. En consecuencia, tal movimiento dejó sin bienes al futuro cantante y a doña Sarita Alonzo Góngora viuda de Urcelay, por lo que en 1939, emprendieron un viaje a la ciudad de México, para buscar nuevos horizontes. Nicolás trabajó como empleado bancario, aunque sus dotes de cantante ya habían sido advertidas por sus nuevos amigos. Fueron ellos los que lo motivaron para que, a principios de 1940, concursara en la Hora de los Aficionados de la XEW. El caso es que Nicolás se puso nervioso y olvidó la letra de la canción “Mujer” de Agustín Lara, y naturalmente, fue descalificado (“le sonaron la campana”). Tal parecía que allí acababan las aspiraciones del joven yucateco que aunque poseía una voz bien timbrada no había desarrollado al máximo sus potencialidades vocales. A este tropiezo se sumó la muerte de su madre (que nunca pudo verlo convertido en figura del canto), de tal suerte que el joven Nicolás, a la edad de 20 años, súbitamente se encontró solo, desamparado, sin fortuna y lejos de las tierras del Mayab. No obstante, como reza el dicho “cuando más oscuro se ve, es que ya está a punto de amanecer”, y el meridense pudo sobreponerse a tantas adversidades para afrontar con valentía su destino. Era el heredero de Ricardo Palmerín, Guty Cárdenas y Ricardo López Méndez, entre otros excelsos músicos y poetas del Mayab, y no podía defraudar a la gran tradición de trovadores yucatecos. Al perder a su madre, conoció a Doña Isabel Sandoval de Grisi, que llegó a ser su maestra de canto, tutora, mentora, madre y amiga. Nicolás, entendió que era necesario pulir al máximo su voz para tener alguna posibilidad de sobresalir en un medio plagado de grandes tenores mexicanos. No olvidemos que eran los tiempos de José Mojica (que acababa de abandonar los escenarios), Alfonso Ortiz Tirado, Pedro Vargas, Jorge Negrete, Néstor Mesta Chaires, Juan Arvizu y Genaro Salinas (un joven tenor tampiqueño, de la edad de Urcelay, que ya empezaba a brillar con luz propia en el firmamento artístico).Se calcula que Nicolás invirtió hasta 10 horas diarias para perfeccionar su técnica de canto. Es obvio que antes de los 20 años no había recibido clases formales de canto y había descubierto “tardíamente” su pasión por la música. No obstante gracias a que sabía leer partituras y poseía tanto oído como memoria musical, tuvo progresos asombrosos en un par de años solamente. Es muy probable que además haya recibido algunos sabios consejos del maestro José Pierson. Ayudado por su maestra, montó un repertorio adecuado a su voz, que él amplió, más tarde, hasta un número aproximado de 760 piezas. Y con esto se dispuso a iniciar una meteórica carrera artística. En 1942, hizo su debut radiofónico en Radio Mil, y continuó cantando mientras perfeccionaba su técnica vocal. Es muy probable que empezara a llamar la atención su timbre de tenor spinto, en una época en que abundaban las voces de tenor ligero o lírico. Dos años más tarde, se integró a un programa de la XEB llamado “Operetas y Zarzuelas” como integrante del coro, y aprovechó una oportunidad en que el tenor titular estuvo indispuesto para quedarse en su lugar. Fue el maestro Adolfo López Llera quien le sugirió que cantara como tenor solista, y lo hizo de tal manera que pasó a ser el primer tenor de la compañía coral. Se puede decir que este hecho representó el despegue de la carrera artística del meridense, quien pronto empezó a llamar la atención de las casas disqueras. Fue la RCA Víctor la primera compañía disquera que se acercó al tenor. Entre febrero y abril de 1946 grabó seis piezas que, muchos años después, se publicaron en un álbum de la Colección “Recordando” junto a otras seis piezas interpretadas por Néstor Mesta Chayres (otro tenor mexicano, que también se “probó” en esta disquera). Las piezas mencionadas fueron “Perjura” y “Las Violetas”, (M. Lerdo de Tejada); “Lluvia de Estrellas”,” Sólo pido a la vida”, “Por qué te quieres ir” y “Manolete” (Paco Treviño), todas ellas acompañadas por orquesta. Las dos primeras resultaron muy adecuadas para el estilo del tenor, sobre todo “Perjura”, que es un banco de prueba para cualquier cantante lírico; en cambio, las tres siguientes son demasiado “vulgares” para una voz de esta calibre. “Manolete” es un pasodoble dedicado al torero español Manolo Rodríguez (antes de que muriera en la enfermería a consecuencia de la cornada que recibió de “Islero”) y es muy probable que, debido a esta circunstancia, nadie más se interesara en grabarla. Pese a que las interpretaciones de Urcelay son ya notables, no hubo un arreglo con la RCA. Esta empresa se empeñaba en que Nicolás cantara música más “comercial” o accesible a las mayorías sin respeto a la integridad artística del tenor; por lo que, a falta de un arreglo, todo el proyecto de grabación se redujo a esta media docena de piezas. No obstante, por estas fechas la prensa especializada lo consideró “El Mejor Tenor de México”. Y esto es digno de destacar considerando que ya existían tenores con 15 o 20 años de trayectoria y una buena cantidad de discos grabados. En 1947 fue invitado para formar parte del elenco artístico que acompañó al presidente de México Miguel alemán durante una visita oficial a los Estados Unidos de América. De este modo, Urcelay cantó en el recinto oficial (Casa Blanca) ante el presidente Harry S. Truman, destacándose entre el elenco. Tan brillante participación le valió ser nuevamente invitado, ahora para actuar en el Hollywood Bowl Theatre ante más de 35 mil espectadores, bajo la dirección artística del maestro Xavier Cuota. Ese fue el comienzo de una brillante carrera internacional, que sólo la muerte pudo truncar. En abril de 1948, el tenor grabó con una nueva disquera, “Discos Anfión”, recientemente reinaugurada por aquel entonces. En esta compañía sólo llegó a producir un álbum intitulado: “Canciones y Romanzas Con Nicolás Urcelay". Ocho piezas fueron acompañadas al piano por la maestra Isabel Sandoval de Grisi y éstas fueron: “La Tabernera Del Puerto” (Pablo Sorozábal); “La Nuit” (A. Rubinstein); “Lejos De Ti” (Manuel M. Ponce); “Non Ti Scordar Di Me” (Furno Curtis); “El Cisne” (Ernesto Lecuona); “Una Furtiva lacrima” de L’Elisir D’Amore (G. Donizetti); “Princesita” (José Padilla); y “Sultana” (Jorge del Moral). A esta selección se agregaron “Júrame” (María Grever), “Amor, tan sólo amor” (Lola Castagnaro), Te Quiero del “Trust de los Tenorios” (José Serrano) y “Mírame Así” (Fernando Sánchez de Fuentes), con el acompañamiento de la Orquesta del Maestro Absalón Pérez. En agosto de ese mismo año hubo un par de grabaciones más, para completar diez y seis: “Mujer” y “Anhelos” (Agustín Lara) con el acompañamiento de Agustín Lara y su orquesta. Cabe indicar que “Lejos De Ti”, “Una Furtiva lacrima” y “Princesita” fueron grabadas nuevamente por el tenor, años después, para el sello Columbia, y con acompañamiento de orquesta. Su primera gira artística en el extranjero la realizó en La Habana, Cuba, donde obtuvo un éxito rotundo. Le siguieron otras presentaciones, todas exitosas, en países como Brasil, Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú, Venezuela, Puerto Rico, República Dominicana y los Estados Unidos. Vale la pena apuntar, que en su primera gira a Cuba, firmó un contrato con la Radio Cadena Suaritos. Y además de cantar allí, hizo una serie de grabaciones para esta compañía. A este contrato se sumaron varios más, y en todos ellos se incluyeron grabaciones. Se calcula que tal número pudo llegar al centenar, entre 1948 y 1950. Sin embargo, se desconoce si este material ha sido publicado o reeditado en la isla, después de que ha transcurrido más de medio siglo. El 16 de abril de 1949, el tenor contrajo nupcias, en Nueva Orleáns, con Josefina Castro Alonzo. Ambos procrearon tres hijos: José Nicolás, Martha Josefina y Carlos alberto Urcelay Castro. Un año después, firmó con “Discos Odeón”, disquera donde grabó un total de cuatro piezas, mismas que aparecieron en el mercado entre mayo y junio de 1950. Los temas fueron “Suerte Loca”, “Españolerías” y “Cabellera Blanca” (Agustín Lara); y “Martha”, (Moisés Simons). Cabe indicar que ésta última fue grabada por primera vez, en 1932, por el tenor italiano Beniamino Gigli; sin embargo gracias a Urcelay se popularizó por América Latina. En 1951, incursionó en el cine en la película “Deseada” dirigida por Roberto Gavaldón. Esta cinta fue protagonizada por Dolores Del Río y Jorge Mistral; mientras Nicolás llevó el papel de invitado y tuvo oportunidad de interpretar canciones de Guty Cárdenas, otro notable meridense. Parte del rodaje se realizó en Chichen-Itzá. A pesar de que a principios de los años 50’s se le daba preferencia a los intérpretes de Música Ranchera (recordemos que Jorge Negrete, siendo cantante lírico, y Pedro Vargas, siendo bolerista, abordaron este género y que Genaro Salinas llegó a grabar con acompañamiento de Mariachi) dado el auge de que gozó este género gracias al Cine Nacional, Urcelay logró convencer a los empresarios de que existían alternativas musicales igualmente rentables: “que no todo era mariachi, y canciones bravías”… Fue hasta el 10 de julio de 1953, cuando apareció publicado en la revista Selecciones Musicales, Discoteca Popular, Las novedades del mes, la crónica y foto, de la firma con Columbia: "Nicolás Urcelay, el tenor mexicano de renombre continental, firmó contrato de exclusividad con la Columbia Mexicana, la que inmediatamente se aprestó a lanzar su primera grabación”. En la foto que se publicó, aparece el artista, acompañado de Guillermo Marquard, gerente de ventas de Discos Columbia y de Bernardo González, jefe de publicidad. Fueron dos temas los primeros en salir al mercado: “Dos Cruces” (Carmelo Larrea) y “Luna en el Río” (Pacho Hernández). La nota dice lo siguiente: “Por primera vez en mucho tiempo, Nicolás Urcelay, poseedor de una de las más bellas voces de México, vuelve a oírse en discos grabados en nuestro país; está acompañado del grupo que dirige el organista Tito Enríquez en dos boleros (ya citados, siendo Dos Cruces, un bolero con aire hispano, ya conocido por nuestro público). La demostración de facultades vocales de parte de Nicolás Urcelay, queda de manifiesto una vez más"…. El disco alcanzó tuvo tal demanda en el mercado, que el 6 de febrero de 1957, Discos Columbia de México, SA de CV, le entregó un Disco de Plata por las ventas obtenidas con el tema “Dos Cruces”, otorgándole el disco número 2471. Entre 1953 y 1959, Urcelay llegó a grabar un total de 72 canciones para esta disquera, hoy propiedad de Sony Music. En abril de 1957 falleció, en Caracas, Venezuela, el tenor mexicano Genaro Salinas, quien pertenecía a la misma generación que Nicolás. En diciembre de 1953, ya había fallecido el actor-cantante Jorge Negrete. Urcelay se sumaría a la lista de cantantes mexicanos que desaparecieron, relativamente jóvenes, en el pináculo de la fama, dentro de la misma década. Nicolás Urcelay también fue bautizado como “El Caruso Yucatanense" por el escritor José Díaz Bolio y, aunque jamás llegó a cantar una ópera completa, como era su sueño, logró integrar un repertorio muy variado, que incluía desde arias de ópera hasta baladas. En su archivo personal, Nicolás ordenó alfabéticamente sus canciones por título, autor y arreglista. Jamás se presentó a un recital sin proporcionarles sus partituras a cada uno de los músicos que le acompañaran, aunque él se supiera de memoria la música y letra de cada pieza del programa. Esto habla de su profesionalismo e integridad artística. Además de las arias de ópera que interpretó, tales como: "Che gelida manina", (“La Boheme” de Puccini) y "La donna é mobile" (Rigoletto de Verdi), también abordó piezas del repertorio lírico universal, como es el caso de "Mattinata" (Leoncavallo) y "O sole mio" (Di Capua). Curiosamente las arias que escogió están destinadas para un tenor lírico, no un spinto como él; no obstante, Urcelay consideró que eran piezas obligadas dentro de su repertorio. Por ejemplo, el aria de La Boheme exige alcanzar un Do de Pecho (C4) y el de Rigoletto un Si Natural (B3). Por supuesto, que estas notas estaban dentro del registro de Nicolás. De ahí que el mote de “El Caruso Yucatanense” no es gratuito, en absoluto. Durante el año 1958, el tenor consolidó su carrera de aproximadamente 16 años (si tomamos como referencia el año 1942), con presentaciones en televisión, radio, teatro, centros nocturnos y giras fuera del país. Continuó produciendo discos de larga duración para el sello Columbia. Bajo el abrigo de tan prestigiada casa disquera, pudo alternar sus grabaciones, con recitales y programas de radio y TV. El renombre que había alcanzado para estas fechas le permitió tener una intensa e ininterrumpida actividad artística. Uno de sus proyectos más ambiciosos consistía en realizar una gira por toda España, una vez que había conquistado el mercado hispano de Estados Unidos y Latinoamérica. Para ello, estableció los contactos precisos con empresarios de la península ibérica. Siendo un profesional en todos sentidos, nunca dejó de perfeccionar su técnica vocal, en base a una rigurosa disciplina musical. En ese mismo año, participó en una nueva película: “Locura Musical”, dirigida por Rafael Portillo. Siendo una comedia musical, Urcelay alternó con otros artistas tales como Luis Aguilar, Tito Guízar, Pedro Vargas y Dámaso Pérez Prado. En enero de 1959, se presentó durante varias noches en un centro nocturno para alternar en un "mano a mano" con Hugo Avendaño. También participó en un magno programa especial de radio de la “Hora Nacional” que fue dedicado a todos los periodistas del país. En Tampico, fue declarado como "el Tenor más brillante de México". En la naciente televisión, participó en una revista musical "con los más connotados artistas de radio, teatro, cine y televisión", cuyo programa se transmitió en cadena, desde el estudio A de Televicentro y por los canales 3, 4 y 7 de TV, y por las estaciones de radio XEQ y XEX. En febrero del mismo año, volvió a participar en la serie televisiva de la XEW, "Variedades de Medianoche". Por esas fechas, se publicó una autobiografía del tenor en la revista “Confidencias”. Luego, se presentó en Guadalajara. A su regreso, continuó con la grabación de su disco. En marzo sustituyó a Lucho Gatica, en un programa televisivo denominado "Yate del Prado" y volvió a presentarse en "Variedades de Media Noche" junto con Chabela Durán, ambos como artistas invitados. Participó en la puesta en escena de la opereta: “El Conde de Luxemburgo”, que se produjo para la TV, y donde compartió el escenario con la soprano Marta Ornelas (que, más tarde se convirtió en la esposa de Plácido Domingo). Para cerrar el mes, estuvo de visita en Tijuana, contratado por la estación XAEZ. Al mes siguiente volvió a “Variedades de Medianoche”, ahora con Andy Russell y Begoña Palacios. También fue invitado al programa televisivo “Estudio de Pedro Vargas” con Rosa de Castilla, Paco Malgesto y Hugo Avendaño. Repitió su actuación, ahora en compañía de René Touzet. Por otro lado, siguió haciendo grabaciones para la Columbia. En Mayo, participó como jurado en la XEW, en la etapa semifinal de "La Hora de los Aficionados". De ahí se pasó la celebración del 2º Aniversario del programa "Variedades de Media Noche", como artista invitado. En la XEW-radio inició el programa "Una Nueva Comedia Musical" en dónde alternó con André Toffel, Marga Llergo y D. Fernando Soler. Luego, viajó a San Luis Potosí; donde debutó como conductor y cantante en el programa de televisión "De visita a las 7" que se transmitía de lunes a viernes. A su regreso al D.F. participó nuevamente en el programa “Estudio de Pedro Vargas”, donde, por cierto, cantó a dúo con Hugo Avendaño “Ojos Tapatíos” y “¿Dónde estás corazón?”, en un momento inolvidable. En otro programa de TV, que se tituló: "Cita con Agustín Lara", catalogado como el "Mejor Programa Musical que se ha hecho en México", le correspondió a Urcelay cerrar con una Estampa Española, donde destacó la interpretación del tema “Sevilla “. En Junio, volvió a actuar en “Variedades de Media Noche”, alternando con Hugo Avendaño y Anabelle Gutiérrez. Antes de partir a Tampico, Tamaulipas, grabó el tema “Adiós” (de Mariano Mores), que sería como una premonición de lo que iba a ocurrir. Según cuenta J. Nicolás Urcelay Castro, el hijo mayor, los hechos ocurrieron así: “Fue el sábado 27 cuando él partió muy temprano hacia Tampico. Yo fui al aeropuerto a despedirlo y ésa fue la última vez que lo vi. Iba a debutar en el Hotel Imperial en esa misma noche. El contrato indicaba que estaría allá el sábado 27 y domingo 28; por lo tanto, planeaba regresar a la ciudad de México el lunes 29, para terminar la grabación del álbum, que ahora se cataloga como Inconcluso, y cumplir con los compromisos que ya tenía en la agenda. Pero, sin que nadie lo esperara, falleció repentinamente el 1º de julio de 1959, cuando contaba con apenas 39 años de edad”… Sobre la muerte del tenor, indica lo siguiente: “La causa del inesperado fallecimiento se debió a un derrame cerebral, que sufrió al día siguiente de su debut en el Hotel Imperial, justamente el domingo 28 de junio de 1959. Fue hospitalizado de inmediato allí mismo (En Tampico) y se nos informó del percance. Mi madre llegó allá el lunes 29 y todavía lo encontró consciente, pero un diagnóstico erróneo que indicaba embolia en lugar de un derrame, impidió que fuera atendido adecuada y oportunamente. Su estado se agravó el martes 30 y, ante nuestra desesperación y la de miles de admiradores, falleció el miércoles, 1º de julio, a las 6.50 horas. Fue trasladado a la ciudad de México, en un avión especial, y sus restos ahora descansan en el Panteón Florido, en el lote de la ANDA. No existen antecedentes de algún padecimiento o enfermedad que haya tenido el tenor. Según comentarios de los críticos, los grandes mueren así, y los cantantes, en general, son propensos a las enfermedades cardiovasculares.” A pocas semanas de su deceso, llegó el anhelado contrato para debutar en España. Tan repentina muerte truncó otro de los sueños del tenor. Pocos cantantes mexicanos han llegado a triunfar al otro lado del océano y Urcelay tenía todo para sumarse a los nombres de José Mojica y Jorge Negrete. Sin embargo un error humano provocó la pérdida irreparable de un artista que apenas comenzaba a proyectarse hacia imposibles y ansiados continentes. A casi 50 años de su desaparición física, las mejores interpretaciones de Nicolás Urcelay ya forman parte de la colección "Serie del recuerdo", que lanzó al mercado la compañía Sony Music. Esta selección incluye a 100 intérpretes de la memoria musical de Hispanoamérica, entre los que destaca el "Caruso del Mayab" con seis discos compactos, réplicas de los siete discos de larga duración originales que el tenor grabó, desde 1953 hasta su muerte, y que, gracias a la tecnología digital, pueden escucharse en un sonido excelente. Estas grabaciones, que quedaron para la posteridad, permiten apreciar ampliamente al tenor en plenitud de facultades vocales y en posesión de un estilo interpretativo sin par en la historia de la lírica popular mexicana. De su repertorio, destacan “La Flor de la Canela” (Chabuca Granda), canción peruana, que Nicolás se encargó de dar a conocer en México; “No Niegues que me Quisiste” (Jorge del Moral); “Rosa la China” (Ernesto Lecuona), una especie de “María La O”, que también exige agudos formidables; “Princesita” (Castro Padilla), que en los años 20’s interpretó el tenor italiano Tito Schipa; y “Vanidad” (Armando González Malibrán). Nicolás también se distinguió por ser uno de los grandes intérpretes de la compositora mexicana María Grever. Su nombre puede sumarse al de José Mojica, Alfonso Ortiz Tirado, Néstor Mesta Chayres y Libertad Lamarque. Sobra decir que temas como “Lamento Gitano”, “Así”, “Cuando me vaya”, “Cuando vuelva a tu lado”, “Ya no me quieres”, “Volveré”, “Todo por ti”, “Devuélveme mis besos” y “Alma mía”, tal vez no hayan encontrado un intérprete más idóneo que el “Caruso del Mayab”. También se distinguió por abordar, con inigualable maestría, la suite española de Agustín Lara. Sus interpretaciones de “Granada”, “Toledo”, “Cuerdas de mi guitarra” y “Españolerías”, son un fiel reflejo del nivel interpretativo alcanzado por el tenor en sus últimos años de actividad artística. Entre las últimas interpretaciones de Urcelay, donde es acompañado por la Orquesta de Enrico Cabiatti, sobresalen: “Ojos Tapatíos” (Fernando Méndez V.), “Ay, ay, ay” (Carmen Pérez Freyre), “Nocturnal” (J. Sabre Marroquin / J. Mojica) y “El Torrente” (L. Carmi / C.A. Limón / G. Jiménez). Llaman la atención un par de piezas italianas, tales como “Luna Rosa” (Di Vian / De Crescenzo) y “Buendía Tristeza” (M. Ruccione / A. Martínez), que es una versión en español de “Buongiorno tristezza”, tema con el que el italiano Claudio Villa se proclamó triunfador del Festival de San Remo de 1958. A pesar de tener una trayectoria artística relativamente breve, Nicolás Urcelay llega a nosotros como uno de los más excelsos y versátiles tenores mexicanos del siglo XX. Es también uno de los pocos cantantes que mantiene una asombrosa homogeneidad en cuanto a estilo interpretativo, condiciones vocales y calidad musical. En consecuencia, mantiene un nivel de excelencia en cada una de sus interpretaciones, siendo él también un cantante de una sola pieza, que exploró un amplio repertorio siempre acorde a las posibilidades de su voz y a su tesitura. Podemos concluir que fue un artista serio e íntegro, cuya pasión por el canto fue descubierta tardíamente y que la muerte se encargó de extinguir en plena madurez interpretativa. No obstante, la mayoría de sus grabaciones deben considerarse, hoy por hoy, piezas clásicas del repertorio lírico latinoamericano. Cada una de ellas contribuye a engrandecer, cada vez más, la figura del noble embajador lírico de la península de Yucatán: Nicolás Urcelay “El Caruso del Mayab”.

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